lunes, 14 de febrero de 2011

Feliz San Valentín



Permaneció a su lado, perplejo. Observó su expresión corporal –brazos en jarras- y pensó que nunca la había visto con esa determinación. No sabía que se suponía que tenía que decir, ni como debía sentirse.  De repente se sintió absurdo con el ramo de flores en una mano y la caja de bombones en la otra. El último tercio de su vida parecía irse por el desagüe sin remisión.

- …¿Qué quieres decir con que ya no nos entendemos? Yo siempre te entiendo cuando me hablas y comprendo el significado si me quieres decir algo- farfulló atropelladamente- Si miro hacia los lados es por prestarte mas atención, no porque me distraiga…
Las palabras salían de su boca pero ni siquiera él podía captar el significado de lo que decía, de pronto su mente parecía haberse salido de su cuerpo y podía observarlo todo desde la distancia, como a través de una fina bruma. Nada parecía tener ya sentido.
-No pretendo que cambies de opinión así como así y ahora mismo, no es que no te tome en serio, sólo quiero que te lo pienses un poco, que pienses en nosotros…
Un agujero negro se había instalado en lo más profundo de su estómago y le estaba devorando por dentro mientras a él no se le ocurría soltar una sola palabra con sentido.
Los sentimientos estaban dentro de él, pero simplemente la situación le superaba. Le había pillado absolutamente por sorpresa. Quisiera poder expresarle todas las cosas que aún le quedaban por decir, pero su mente funcionaba a cámara lenta.
-…Acuérdate de esas vacaciones en Mallorca, mujer, si tenía un trabajo importantísimo pero lo dejé pasar por tí, acuérdate de todas esas noches en vela con sólo tu cuerpo y el mío hablándose bajo las sábanas…
Millones de cristales parecían rasgar su cuerpo a cada palabra que lograba balbucear, no podía estar pasando, aquello no podía estar ocurriendo. Siempre había pensado que Natalia y él estaban hechos el uno para el otro, le reconfortaba en los malos momentos pensar en el futuro y en ellos dos envejeciendo uno al lado del otro.
-…¿Qué va a pasar con todo eso?¿Qué va a pasar con nosotros?¿Y el coche?¿Qué hago yo ahora con el coche? Joder, si me quedan un montón de letras todavía por pagar, si me lo compré porque te gustaba a ti, sabes que no me gustan los monovolúmenes…
De hito en hito observaba los labios de ella moviéndose, pero sus oídos habían desconectado la escucha, se negaban a oír una sola palabra mas de aquella ristra de reproches. Sus ojos, enojados, le confirmaban que aquello no era ninguna broma, que los armarios vacíos y el zapatero, solitario, no volverían a ser rellenados tan solo con su par de zapatos y sus tres camisas mal contadas.
-…¿Qué va a pasar con Eva? Mira que te costó convencerme para ponerle el nombre de tu madre para al final ni siquiera intentar tener nuestra propia familia. Ya no quiero ponerle Andrea, tú ganas. De verdad. Prometo no volverte a dejar el coche sin gasolina, ni dejar el espejo lleno de agua, te juro que no voy a quitarte mas las mantas durante la noche…¿Cómo puedes decir que ya no me quieres y quedarte ahí de brazos cruzados? ¿Cómo puedes decir que no vamos a ninguna parte juntos? Soy yo, joder. Somos tú y yo, ¿recuerdas?...
Por mas respuesta ella se encogió de hombros, y con esos labios que tanto placer le habían dado dibujó un “lo siento”. Le enjugó con su mano izquierda una lágrima que corría por su cachete mientras con su mano derecha cogía la maleta que tantas veces había llevado con él de viaje.
-Luego se acercará mi hermano por las otras cosas, lo siento, de veras. Es mejor así.
Y sin más aspavientos, abrió la puerta, le guiñó un ojo, y se fue.