domingo, 26 de febrero de 2012

Algunas de las favoritas para los Oscars

The Artist: La mayor favorita. ¿Quién hubiera pensado a fecha de 2012 que una película muda hecha con los medios de la época podía volver a poner el mundo a sus pies? Aunque la historia es simplista y prácticamente calcada a un par de clásicos añejos, es sin embargo efectiva. La sonrisa de Jean Dujardin te hechiza desde el primer fotograma y aunque la novedad brille por su ausencia tiene mucho encanto. Nos adentra en la historia elocuentemente-nunca peor dicho- y nos arrastra a un clímax final precioso. La puesta en escena y el vestuario, brillantes. Es un guiño a la vida, al optimismo y al cine. VALORACION: 7,5


Moneyball: otra historia mil veces contada que sin embargo deja satisfecho en su desarrollo de la mano del endiosado guionista Aaron Sorkin, el espíritu hoosier (aka este año como Mirandés) sigue vivo. El pasatiempo nacional estadounidense es de hecho el que menos interesa fuera de sus fronteras, a pesar de eso y de la novedad novedosa del exjugador fracasado componiéndoselas para formar un equipo con poco dinero, la dirección es buena y la historia –real-de la redención personal llega. El trabajo de un Brad Pitt en plena madurez es notable e incluso se ve recompensado con la nominación. Jonah Hill(De qué me suena esa cara?) será su fiel escudero en este no tan tópico viaje entre las bambalinas del deporte. Sería recomendable tener alguna noción del sistema de competición y de las reglas antes de sentarse a verla. VALORACION: 7


El árbol de la vida: Una maravilla, técnicamente la mejor y con varios cuerpos de distancia. Un auténtico clinic de fotografía y de cómo hacer hablar a simples imágenes en movimiento. La sensibilidad y el trato hacia aspectos fundamentales del ser humano como la transición de la niñez a la adolescencia y finalmente hasta la madurez de la edad adulta; el descubrimiento o la pérdida son de matrícula de honor. Las interpretaciones, muy sobrias pero con demasiado poco tiempo en pantalla para nominaciones. Jugará en su contra su nulo gancho comercial. VALORACION: 7,5


Criadas y señoras: Conmovedora y emotiva… sí, pero ¿en qué terminos? Es decir, ¿realmente es algo tan rompedor hacer una película sobre racismo hoy en día? En cualquier caso con lo que sí me quito el sombrero es con Viola Davis y Octavia Spencer-mi favorita para actriz de reparto-, todo el metraje se sustenta enteramente en sus actuaciones, hasta Emma Stone parece buena actriz tan bien rodeada. Lo peor es que no alcanza la profundidad suficiente para las casi dos horas y media que dura. Aunque la escenografía y la caracterización es realmente buena, no deja de parecerme una película del montón. VALORACION: 6


Midnight in Paris: carta de amor de Woody Allen a París, una postal magnífica sobre el París de los años 20 y el que podemos contemplar en la actualidad. Me encantan las caricaturas sociales del genio de Manhattan. La historia tiene un ligero regusto a la rosa purpura del cairo, pero el guión es sublime. Una vez mas tenía que llegar Allen para subir el nivel y –espero- llevarse el entorchado a mejor guion original. El all-star intelectual de primera mitad de siglo es excepcional, Owen Wilson está mas que correcto en su papel de atribulado escritor, y todo aderezado de la siempre maravillosa Marion Cotillard. Se agradece un poco de originalidad en la cartelera, y además posee el encanto de las mejores comedias del director. Mi preferida aunque no vaya a ganar. VALORACION: 8



Drive: Película que pasó sin pena ni gloria por la cartelera española, pero que realmente merece la pena del primer al ultimo segundo de metraje. Thriller ajustado y real, sin adornos. El atractivo protagonista de la teen movie El diario de noa deja claro de qué pasta está hecho. Actuación increíblemente contenida –escucha, medita, asiente, calla y actúa- sin ceder al histrionismo que ofrecía el personaje. El prometedor principio deja paso a un universo de zafios claroscuros antes de sumergirnos definitivamente en una oscuridad grotescamente teñida de escarlata. Por si fuera poco la ultima media hora es alucinante, y la dirección, de muchos quilates. Una autentica barrabasada otras nominaciones a mejor película antes que ésta, pero es lo que tienen los Oscars… Por mi parte, chapeau. De las mejores del año. VALORACION: 8

domingo, 29 de enero de 2012

El escritor (I)


Sentado frente a la pantalla del ordenador. Otro día más, otro solitario día. Le doy una calada al rubio americano que sujeto con mi mano izquierda. Con la derecha apuro la tercera copa de hendricks, únicamente acompañada de dos contrahechos trozos de hielo.
Observo el ir y venir del cursor, como aparece y desaparece repitiendo la misma cadencia sin cesar. Pese a que no es capaz de emitir ningún sonido, empieza a retumbar en mi cabeza un fuerte zumbido cada vez que aparece la condenada línea negra.
No se si será la jodida ginebra o el maldito bourbon de ayer noche, probablemente sea causa de la redundancia este horrible dolor de cabeza.
Aún asi, el autentico problema no es ese. Aun peor es el abandono al que las musas me tienen sometido. Y ya son demasiadas lunas para un tipo con una verborrea tan elocuente. Hace días, incluso semanas, que lo único que surca la pantalla de mi ordenador es ese odioso intermitente. Tengo una gran historia sobre un execrable tipo llamado Vinnie en la punta de mis dedos pero soy incapaz de empezar a teclear.

Vinnie es…..Vinnie vive…. Vinnie regenta….

Nada. Me rindo.

Voy a la cocina, me sirvo otra copa, siento que son mis pies los que me arrastran y mis manos las que mandan, este ir y venir a este mueble bar sin sentido del que, de hecho carezco -Siempre ambicioné una barra americana- De un único sorbo compruebo como vuelvo a dejar el vaso vacío y ni siquiera me sorprende. Me tambaleo. Vuelvo a servirme otra.
Llaman a la puerta, -quién será tan estupido como para interrumpir en su desierto particular a un escritor frustrado-. Intento abrir la mirilla en silencio pero trastabillo y golpeo sordamente contra la puerta.
-Soy yo-susurra una voz cansada tras el portón.
Fijo bien la vista, yo podría ser cualquier soplapollas al que aún le deba un par de billetes, mi memoria siempre fue un desastre y mis noches demasiado largas. Pero no, aunque en un principio no consigo reparar en ello, la voz es inconfundible. Es ella.
-¿Piensas tenerme aquí fuera toda la noche?-clama impaciente
Enfoco la imagen tras el cristal lo mejor de lo que soy capaz. Una magnífica muchacha rubia, envuelta en una semi-empapada gabardina y con pinta de acabar de bajar del coche de Humphrey Bogart se apoya en la pared con gesto arrogante.
-Abre de una vez- me reprende.

Abro. Un rostro duro, pero retorcidamente atractivo, me contempla desde el rellano. Trata de lanzarme una mirada pétrea, pero el resplandor en sus ojos la traiciona.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Regusto amargo

Y es verdad que te fuiste hace tanto tiempo que ya ni siquiera tengo ganas de acordarme.
Nunca tuve muy buena memoria, ya lo sabes, y ahora lo pienso y me hace gracia.
No quiero ponerme en la piel de la típica película que añora recordar el último beso, pero sí reconozco que en el fondo me gustaría haberlo sabido, probablemente hubiera sido distinto, o yo habría actuado de otra manera.
Si hubiera sabido que, irremisiblemente, era la última vez que saboreaba tus tetas y ese amargo olor a suavizante que siempre las impregnaba, o el mareante aroma de tus profundidades, ahora podría recordarlo. Tendría ese olor clavado en la memoria y no lo tengo, porque no pensé que realmente llegaría el día en que lo echase de menos.
No me arrepiento de nada de lo que hice, las cosas a veces simplemente suceden, y visto está que ni era nuestro momento, ni nuestro tiempo, ni nuestra vida seguramente.
Aún así, dicen, que siempre se recuerda lo que en el momento menos se valora, yo únicamente puedo recordar de ti el sabor de aquella tarta de queso que con tanto tesón me regalaste una lluviosa tarde de un mes de Enero.
Me gustaría recordar y sólo tengo alguna caótica imagen, cuando disimuladamente te cogí de la mano por primera vez y tu me la apartaste sonriendo –No me van estas cosas- murmuraste, con la boca pequeña.
A cambio de eso, guardo aunque se que no debería ese cd tan nuestro que me regalaste y que ya por el bien de mi salud nunca me pongo, aunque a veces las casualidades traigan esas canciones a mi presente y no pueda evitar dibujar una sonrisa cómplice, por ti, por mí, por los dos.
Como siempre fui mucho de olores, siempre existirá esa mujer que se ponga aquel perfume que te regalé y que tan poco te gustó, pero que aún así regó algunas de nuestras mejores noches, a veces lo olisqueo en mis madrugadas y hace que me hierva la sangre.
Alguna vez he oído que el ser humano es un animal de costumbres, todavía hoy podría salir de mi casa con los ojos vendados y sortearía sin problema todas las calles, plazas y esquinas que me llevasen hasta los rincones de tu cama.
De lo que no recuerdo absolutamente nada es del día que te fuiste, supongo que por eso dicen que la memoria es el mejor mecanismo de defensa. No recuerdo tu cara aquel día, ni como ibas vestida ni que peinado llevabas, tan solo la opresiva sensación de saber que te alejabas… sólo se que te largaste, que no me diste explicaciones, que no dijiste adiós y que nunca más volviste.

domingo, 27 de noviembre de 2011

(c)Donnie Darko

Donnie Darko[EEUU](2001) de Richard Kelly
Reparto: Jake Gyllenhaal, Drew Barrymore, Jena Malone
Un par de canciones ochentenas y la tabla de skate que el prota guarda en su cuarto nos traen a la mente al gran marty mcfly, pero nada mas lejos, la cinta que nos ocupa es bastante mas densa y mucho mas oscura.
Atractiva, muy atractiva. Tan solo navegas por la película, te dejas llevar, arrastrado por la corriente del misterio, aunque sea complicado entender donde encaja cada pieza. Donnie Darko es como montarte en un tren pobremente iluminado, cuyo destino desconoces pero mientras tanto el paisaje que puedes ver te fascina. La secuencia de la entrada en el instituto al ritmo de Tears for fears es sublime. El halo de misterio que envuelve al costumbrista universo que la arropa me hace morder el anzuelo, estoy muerto de sueño pero soy incapaz de darle al stop.
Incluso el conejo se convierte en un nuevo –y aterrador- icono del cine.
El perturbado Donnie lo interpreta a la perfección Jake Gyllenhaal, aunque veremos caras conocidas-patrick swayze- carga él solo con el peso de todo el conjunto. Es tan arrolladora que hasta Drew Barrymore me resulta creíble.
Se me hace un poco cansino el abuso de la slowmo, es de lo poco reprochable a la direccion, el trabajo de la steadicam nos pega a la acción de manera que le confiere a la historia un realismo fascinante.
Algunos diálogos son brillantes, al mas puro estilo Tarantino o reminiscencias de guión de la maravillosa Atrapado en el tiempo, lo que está claro es que no es una película que se vaya fácil de la cabeza. La película mas redonda que veo en mucho tiempo, extraordinaria.
Festival de cine fantástico de Sitges, mejor guión
VALORACIÓN FINAL: 9

viernes, 18 de noviembre de 2011

Dime adiós antes de quedarte

La besé, la besé como si mi último aliento dependiera de aquel beso. Me recreé con mimo. Cuando creía que mejor lo estaba haciendo me apartó, y con aire displicente dijo:

-¿Por qué me besas con los ojos abiertos?

-Eh… ¿bueno, ni que pareciera una lechuza, no? ¿Te molesta?

-Es que si no cierras los ojos, significa que no lo estás sintiendo

-Eso no es así, además solo los tengo medio abiertos

-Bueno eso da igual, es exactamente lo mismo. Podemos estar aquí besándonos durante horas y que tu estés absorto mirando aquel gato. O ese árbol. O…

-Mantengo los ojos a medio cerrar, porque no quiero perderme nada. –la corté-Ni un segundo. Ni de la vida que me rodea ni mucho menos de ti. Quiero ver como me miras un instante antes de que nuestros labios se tienten, quiero ver tu boca bailando con la mía y me encanta ver el lenguaje de tu cuerpo. Si me tocas, o me acaricias, o si me atraes aún mas hacia ti.

Me miro con cara extrañada, como aquel que se da cuenta al momento que la persona que tiene delante es una enajenada. Abrió la boca para decir algo, pero rectificó justo antes de emitir ningún sonido. Agachó la mirada, bajó la cabeza y llevándose la mano al bolsillo me devolvió mi pulsera.

-Abur –dijo, antes de marcharse.

martes, 15 de noviembre de 2011

(c)El origen del planeta de los simios

EL ORIGEN DEL PLANETA DE LOS SIMIOS(2011) de Rupert Wyatt
Reparto: James Franco, Andy Serkis, Freida Pinto
Como se podía esperar del Blockbuster del verano, efectos especiales a la altura de las expectativas, superando incluso los efectos visuales de ESDLA. Maravilloso Serkis, el movimiento de los chimpancés es abrumadoramente hipnótico.
Aun así nada mas empezar veo que no han invertido demasiado tiempo y/o dinero en la obtención de un argumento que enlazara correctamente las dos partes, se agradecen pero no son suficientes los guiños a la original. El problema es que la sensación de que está todo muy pillado por los pelos es constante, no lo arregla ni la siempre agradable -y en este caso también intrascendente- presencia de Freida Pinto.
¿De verdad en la protagonizada por Heston son los simios tan inteligentes? ¿Y tan grandes?¿y TAN fuertes?
Le cuesta dios y ayuda meternos en el ajo. El dibujo de algunos personajes es simplemente de chiste. El trabajo de eficaces secundarios como Brian Cox(el caso bourne) y John Lightgow(dexter) consigue equilibrar un poco la balanza. La presencia de Caesar y el resto de simios en pantalla es lo que da valor al film, asombroso el realismo logrado en el rostro de los primates y la gama de sensaciones que transmiten.
Cuando deja de centrarse en tratar de explicar cosas que no tienen demasiado sentido es cuando empieza a funcionar. Una pena que se haga tanto de esperar la lucha por la hegemonía, es de largo lo mas interesante del film. Entretenida.
VALORACIÓN FINAL: 5,5

miércoles, 9 de noviembre de 2011

(c)Eden lake

EDEN LAKE(2008) de James Watkins
Reparto: Kelly Reilly, Michael Fassbender, Thomas Turgoose
Thriller de terror clásico que sin alardes de dirección se muestra bastante efectivo. No deja indiferente, la incomodidad no te soltará hasta el final.
Terror de tipo mas visual que psicológico. El guión no es de gran calidad, pero gracias a su ritmo frenético consigue que se pasen por alto las licencias que se toma. Al poco de comenzar ya estamos metidos de lleno en la acción por lo que se deja ver bastante bien. Aunque no se la podría considerar cine gore sin más posee algunas escenas quizá demasiado “contundentes”. No se la recomendaría a alguien que padezca de hemofobia.
El reparto principal, sin llegar a entusiasmar consiguen el aprobado pese a que él resulte mas creíble que ella. Sentiremos la angustia colándose en nuestras entrañas y la agonía adueñarse de nosotros. Desasosegante por momentos.
Premio especial festival de sitges 2008
NOTA FINAL: 7

lunes, 10 de octubre de 2011

La vieja y el libro

En este tipo de historias siempre se tiende a menospreciar el hecho en sí, a través de toda clase de alucinaciones, sugestiones, duermevelas y fantasías capaces de vulnerar el hecho de que a veces, y sólo a veces, determinadas situaciones simplemente se dan. Tan sólo ocurren, y nadie entiende muy bien el por qué.

Por eso me ceñiré a los hechos al pie de la letra, tal y como sucedieron, sin adornos ni ornamentos varios.
El caso es que contaba yo con 13 años, y andaba por esa época atribulado merced a toda suerte de historias mitológicas, que hasta me había convertido en un pequeño experto en la materia a tan corta edad.
Andaba yo, remoloneando en mi cama, por supuesto, enfrascado en uno de mis libros, cuando mi madre entró en la habitación y con tono solemne se me sentó al lado y empezó a farfullar una serie de palabras que en el momento no acerté a comprender.
Una vez desposeído de mi tragedia griega, y tras incorporarme y sentarme a su lado, me explicó que su madrina, que creo me tocaba a ¿tía-abuela? había sufrido un infarto cerebral y que estaba muy mal.
Así que nos pusimos en marcha hacia el pueblo de esta enferma señora, para una última despedida, no sin antes armarme con mi libro mitológico, con la intención de continuar mis historias a la mínima oportunidad.
Nos abrió la puerta el marido de la anciana, el señor Juan. A primera vista me pareció un hombre bonachón y apenado, embebido en sus recuerdos, -ajeno a la realidad debido a la demencia senil que le aquejaba- apostilló mi madre.
El ambiente gutural que reinaba en aquella casa era grotesco. Todas las cortinas estaban echadas, los pocos y ajados muebles parecían no haber sido limpiados en años y las ventanas cerradas a cal y canto sin dejar pasar una brizna de aire, y menos aún, algo de luz.
Como andábamos por el mes de enero, el brasero debajo de la mesa como en las casas antiguas funcionaba a pleno rendimiento. Del techo colgaba un simple cable pelado, y en una esquina, solitaria, se hallaba una débil lámpara que a duras penas iluminaba la mitad de la estancia.
Juan nos introdujo a través de un angosto pasillo, el cual desembocaba en una decrépita puerta de quejumbrosa madera, dando paso a la habitación donde la madrina de mi madre pasaba sus últimas horas con vida.
Casi me entró el pánico al rebasar el umbral de la puerta. Aquella atmósfera polvorienta, el olor malsano que impregnaba toda el lugar, y la anciana agonizante me hacía desear volver a mi inmaculado catre cuanto antes.
Prácticamente a empujones, fui obligado por el señor Juan a penetrar en la sombría estancia. –No te cortes, hombre, verás que alegría le das. –me animó. –Si ya no habla…-pensé, pero callé.
Una idea fija rondaba mi adolescente cabeza, quería salir de allí cuanto antes. El insalubre olor se hizo mucho mas agudo en el instante en que, forzado, accedí por fin al siniestro dormitorio.
Muy parecido a como lo había dibujado en mi cabeza, abarcaba una gran cama de matrimonio, coronada por un cuadro de la virgen María y un crucifijo, muy a la manera de los pueblos. Una cómoda a un lado hacía las veces de mesilla de noche para ambos. Se veía a leguas que el dinero hacía tiempo que no entraba en aquella vivienda.
Permanecimos un rato allí, toreando la situación como pude, aguantándome las ganas de salir corriendo. Hasta que un segundo después de mi quinto carraspeó incómodo, sonó el teléfono –¿¿Tienen teléfono aquí??-Me sorprendí.
Juan volvió al cuarto, azorado, mientras mascullaba maldiciones. No pude adivinar que había pasado pero tenía que salir un momento y le pedía a mi madre que le acompañara. –Que se quede el muchacho con mi señora, que es un momento- justificó.
Yo no estaba para nada de acuerdo pero por aquel entonces, casi como ahora, mi opinión no se tenía muy en cuenta. Así que allí nos quedamos, aquella anciana moribunda que apenas conocía de un par de visitas y compromisos familiares, y yo. Después de observar detenidamente las cuatro mohosas esquinas de la alcoba y un decrépito armario, evitando en todo momento mirar a la señora, comencé a aburrirme condenadamente, vislumbré una lámpara a través de la negrura de la habitación. Me armé de valor, así que me levante y la encendí, saqué mi amado libro y me zambullí, de nuevo, en mis conquistas mitológicas.
Una especie de áspero gruñido me sacó de mis ensoñaciones. La anciana estaba despierta. Estaba despierta y me estaba mirando. Fijamente. Podía ver como me observaba, inmóvil, a través de la tétrica atmósfera -¿Qué lees?- preguntó -¿Quieres leer algo para mí?-añadió a renglón seguido.
Yo, absoluta y completamente aterrado, empecé a leerle la historia del vellocino de oro, -¿¿Pero aún habla?? pensé- Y de como Frixo colgó el vellocino de lo alto de un árbol, a la espera de que Jasón fuera a recuperarlo. El tiempo pasó rápido, la señora era buena alumna. A veces me paraba para preguntarme algo con su achacosa voz o para soltar alguna débil exclamación. A pesar de su mustio rostro, se la veía reconfortada, diría que incluso pude percibir algo parecido a felicidad a través de sus cansados ojos. Momentos después, noté que ya no me preguntaba, ni exclamaba, ni nada. Al poco rato llegó mi madre con el señor Juan y apenados y entre pésames le dieron su privado último adiós.
Cuando volvimos a casa, aún me encontraba confundido. ¿Había muerto la anciana justo delante mía? ¿Mientras le leía Jasón y los argonautas? ¿Le digo a mi madre que la vieja me habló? ¿De verdad me habló? Así, el libro empezó a darme un poco de repelús y decidí guardarlo detrás de otros cuantos aún mas voluminosos en el fondo de mi librería.
Aquella noche, cuando fui a dormir, noté que hacía bastante más frío que de costumbre en mi normalmente cálido cuarto, que hasta me encaramé al altillo para sacar otra colcha. Me costó dios y ayuda dormirme. Aquella señora revoloteaba por mis pensamientos y jugaba con mi mente somnolienta. Por momentos parecía estar de nuevo leyéndole en mi cuarto y ella absorta, mirándome fijamente desde la inmensa oscuridad de sus ojos.
No se si me dormí o si me desmayé, fatigado de tantas elucubraciones.
De hito en hito me incorporaba mareado, víctima del letargo y del largo día. Entre la agitada noche, restalló un estruendoso golpe contra el suelo, pero yo ya no sabía si estaba dormido o despierto. Simplemente me tapé hasta el cuello y seguí metido en la cama.
A la mañana siguiente, al encender la luz me espabilé instantáneamente cuando pude ver por el suelo desperdigados un buen montón de libros. Extrañado y acobardado a partes iguales, me dispuse a recogerlos, y entonces, comprobé que faltaba el libro que había llevado el día anterior a la casa de la anciana.
Un millón de veces lo he buscado por los rincones mas recónditos de mi casa, mi madre me toma por loco cuando le pregunto si ella lo cogió durante la noche, pero aquel libro, simplemente, desapareció.


Y yo tengo tan clavados los atónitos ojos negros de la anciana, que a veces cuando leo tengo la desagradable sensación de que me están observando.

miércoles, 31 de agosto de 2011

chof!!


-Chof! – la luna desapareció del lago cuando aquel guijarro agujereó su superficie.
Esa montaña siempre parecía estar observándome, mientras, como cada primavera, toda la arboleda que dominaba el lugar se erguía henchida de orgullo, como dándome la bienvenida.
En noches como ésta, la luna llena me hacía sentirme en plenitud de facultades, sabía que era capaz de todo. Los búhos se ocupaban de aderezar la noche con sus particulares cantos. Me cautivaba la sensación de sentirme arropado bajo aquel manto de estrellas. Adoraba ir allí a pensar, de hecho llevaba años haciéndolo.
Pero esta noche la luna brillaba con una intensidad distinta, quizás fuera porque ella por fin estaba allí conmigo.

La complicidad de la noche nos acurrucaba con su frío manto y nos invitaba deliberadamente a hacer de nuestras sombras una sola. Había planeado miles de veces este momento, acababa de llegar y no sabía qué decir. Aún así, no se percibió ningún signo de incomodidad durante aquel eterno silencio. Como hechizados, nuestros ojos se buscan como si no tuvieran miedo, y dos labios se contemplan esperando el momento oportuno para abalanzarse el uno sobre el otro. Tuvo que ser ella quien rasgara la oscuridad con su voz.

-          ¿Porqué hemos ido tan lejos? -preguntó, inquisitiva
-          En realidad… no lo sé, pensé que una vez aquí, las palabras saldrían solas… - balbuceé


De nuevo el silencio se hizo dueño del crepúsculo. Como no se me ocurría nada mejor que hacer ni que decir, deslicé mi mano por su mejilla, y la besé. Ella respondió apasionadamente a mi boca. Al segundo, nuestros labios llamaron a nuestras manos, que llamaron a nuestros cuerpos, y así despertaron nuestros sentidos. Jamás sentí el sexo como en aquella ocasión… quería decirle todo lo que significaba para mí, planeé confesarle cuanto la había echado de menos, pensé admitirle que hasta sus defectos me agujereaban cuando ella se iba, incluso me planteé el admitir que ya solo podía conciliar el sueño si mi cama rezumaba al aroma de su cuerpo…

-Te quiero – susurré, en cambio, con un hilo de voz. En el fondo, siempre fui parco en palabras.


Para todas las noches oscuras que parecen eternas, porque siempre hay un amanecer esperando.

sábado, 16 de abril de 2011

La anciana

"A pesar de que sucedió hace ya largo tiempo, todavía alcanzo a recordarlo como si fuera ayer. Ni siquiera es como aquellos recuerdos que sólo puedes contemplar a través de una fina bruma que te oculta los detalles mas interesantes. Ni mucho menos, se mantiene en mi memoria desde entonces...diáfano
No hacía ni un año que había obtenido mi plaza de residente en aquella inmensa clínica cuando por azares del destino la conocí.
716. 7 - 1 - 6. Era el número de su dormitorio, casi ya de su residencia, pues mi nueva paciente había hecho de aquel lugar su morada.
Aquella octogenaria era delgada como una cerilla, su rostro parecía inmóvil mientras aquellos ojos negros como la noche te escrutaban a través de sus indolentes arrugas, las cuales le conferían a su semblante un aspecto pétreo.
Parecía una estatua de cera, inerte, sin vida. A través de sus ojos podías llegar a otear la costa de la India. Nada había bajo sus párpados. La desidia de su ser había dado paso a la negrura de su alma. Mirarla era como intentar extraer agua del mas árido de los pozos.
Al acercarme a examinarla podía sentir como una espiral de inapetencia se apoderaba de todo mi cuerpo. Todos mis sueños, todas mis ganas de vivir, todo lo que fuí, lo que era y lo que mas tarde llegué a ser dejaba entonces de existir. Era posible percibir el odio apoderándose de tí. Dentro de ella ni el amor ni cualquier otro sentimiento encontraban ya refugio. Estar cerca de aquella vieja decrépita era incluso peor que estar muerto.
Por designios de la fortuna, un día llegó el traslado que llevaba varios meses pidiendo. Así que me destinaron al ala opuesta del hospital, lejos de aquella lúgubre planta de geriatría.
Aún hoy me estremezco recordando a aquella achacosa anciana.
Jamás volví a verla, jamás volví a ver la habitación 716."

lunes, 14 de febrero de 2011

Feliz San Valentín



Permaneció a su lado, perplejo. Observó su expresión corporal –brazos en jarras- y pensó que nunca la había visto con esa determinación. No sabía que se suponía que tenía que decir, ni como debía sentirse.  De repente se sintió absurdo con el ramo de flores en una mano y la caja de bombones en la otra. El último tercio de su vida parecía irse por el desagüe sin remisión.

- …¿Qué quieres decir con que ya no nos entendemos? Yo siempre te entiendo cuando me hablas y comprendo el significado si me quieres decir algo- farfulló atropelladamente- Si miro hacia los lados es por prestarte mas atención, no porque me distraiga…
Las palabras salían de su boca pero ni siquiera él podía captar el significado de lo que decía, de pronto su mente parecía haberse salido de su cuerpo y podía observarlo todo desde la distancia, como a través de una fina bruma. Nada parecía tener ya sentido.
-No pretendo que cambies de opinión así como así y ahora mismo, no es que no te tome en serio, sólo quiero que te lo pienses un poco, que pienses en nosotros…
Un agujero negro se había instalado en lo más profundo de su estómago y le estaba devorando por dentro mientras a él no se le ocurría soltar una sola palabra con sentido.
Los sentimientos estaban dentro de él, pero simplemente la situación le superaba. Le había pillado absolutamente por sorpresa. Quisiera poder expresarle todas las cosas que aún le quedaban por decir, pero su mente funcionaba a cámara lenta.
-…Acuérdate de esas vacaciones en Mallorca, mujer, si tenía un trabajo importantísimo pero lo dejé pasar por tí, acuérdate de todas esas noches en vela con sólo tu cuerpo y el mío hablándose bajo las sábanas…
Millones de cristales parecían rasgar su cuerpo a cada palabra que lograba balbucear, no podía estar pasando, aquello no podía estar ocurriendo. Siempre había pensado que Natalia y él estaban hechos el uno para el otro, le reconfortaba en los malos momentos pensar en el futuro y en ellos dos envejeciendo uno al lado del otro.
-…¿Qué va a pasar con todo eso?¿Qué va a pasar con nosotros?¿Y el coche?¿Qué hago yo ahora con el coche? Joder, si me quedan un montón de letras todavía por pagar, si me lo compré porque te gustaba a ti, sabes que no me gustan los monovolúmenes…
De hito en hito observaba los labios de ella moviéndose, pero sus oídos habían desconectado la escucha, se negaban a oír una sola palabra mas de aquella ristra de reproches. Sus ojos, enojados, le confirmaban que aquello no era ninguna broma, que los armarios vacíos y el zapatero, solitario, no volverían a ser rellenados tan solo con su par de zapatos y sus tres camisas mal contadas.
-…¿Qué va a pasar con Eva? Mira que te costó convencerme para ponerle el nombre de tu madre para al final ni siquiera intentar tener nuestra propia familia. Ya no quiero ponerle Andrea, tú ganas. De verdad. Prometo no volverte a dejar el coche sin gasolina, ni dejar el espejo lleno de agua, te juro que no voy a quitarte mas las mantas durante la noche…¿Cómo puedes decir que ya no me quieres y quedarte ahí de brazos cruzados? ¿Cómo puedes decir que no vamos a ninguna parte juntos? Soy yo, joder. Somos tú y yo, ¿recuerdas?...
Por mas respuesta ella se encogió de hombros, y con esos labios que tanto placer le habían dado dibujó un “lo siento”. Le enjugó con su mano izquierda una lágrima que corría por su cachete mientras con su mano derecha cogía la maleta que tantas veces había llevado con él de viaje.
-Luego se acercará mi hermano por las otras cosas, lo siento, de veras. Es mejor así.
Y sin más aspavientos, abrió la puerta, le guiñó un ojo, y se fue.

miércoles, 5 de enero de 2011

..una mañana como la de mañana...

Un día falta para la ilusión de todos los años…
Y es que por mas lustros que pasen, nunca podré olvidar esas noches de insomnio mientras me comía por dentro pensando si este año por fin caía el barco pirata…
O ya más crecidito con lágrimas de alegría (verídico), al ver mi primer ordenador con ese inolvidable PCfutbol 5.0 (suena el teléfono, odio que me interrumpan cuando estoy pamplineando…otra vez vodafone, ¿habrá algún currante no sudamericano en el servicio de atención al cliente?)
Mi primera camiseta de baloncesto también la descubrí la mañana de un día de reyes, Qué ilusión! Y este año una más para mi colección ¿y ese mikasa con el que te dejabas el pie de un punterazo? No digamos ya las manos si te ponías de portero...
El “Rolling Thunder” de los gi joe, el quién es quién, los juegos reunidos e incluso las tortugas Ninja (¿Ande andará mi Michelangelo perdido?) y los caballeros del zodíaco, que se descuajeringaban a los dos minutos de montarlos…
Los nenucos, las barriguitas y el babyfeber de mi hermana, que gracias al boss nunca fué de barbies la señorita, pero sí de  esa Rosaura que era casi más alta que yo…
Mención de honor para los catorce scalextric que me pedí y la/las pieza/s que cada año indefectiblemente me pedía, aún andan en el altillo de mi armario aguardando a un día de morriña infantil…
Todavía me alcanza mi memoria a recordar la cocinita y la frutería de Molto, y las pechás de jugar que me daba haciendo de empresario-hostelero millonario, ya por entonces apuntaba buenas maneras…
Pero el tiempo pasa y las cosas cambian, y de golpe y porrazo un año duermes plácidamente como cualquier otro día del año, y te empieza a hacer mas ilusión dar regalos que recibirlos…
Montar la mañana de reyes castillos de lego interminables, jugar con los power Rangers que dejé en herencia a mi hermano el enano, no parar en toda la mañana con la alfombra-circuito hasta terminar construyendo mil caras a los Potatos, incluso montar juntos la play2 cuando yo alucinaba simplemente con el Mario de la NES…
Hasta llegar al día que nos ocupa, que tu último pensamiento antes de cerrar los ojos, es cuanto dinerito caerá para reventar las rebajas.
¡¡ Feliz día de reyes humanos, semi-humanos y homúnculos !!

jueves, 7 de octubre de 2010

Gajes del oficio



Era tarde, ni una fina lámina de luz asomaba por entre las cortinas.
Entró de puntillas, intentando no hacerse notar. Le miró mientras evocaba esas remotas vacaciones en aquel lugar lejano. Suspiró quedamente, y comenzó a desvestirse. Su cuerpo estaba allí, a menos de un metro del hombre con el que compartía su vida desde hacía diez años, pero su mente navegaba a toda vela desde mucho antes de lo que pudiese recordar. A cada botón que se desabrochaba pensaba en las manos del hombre que acababa de poseérla. El simple roce de la camisa alrededor de su vientre, fue suficiente para volver a encenderla. Suavemente deslizó el pantalón hasta sus rodillas, con cuidado de no rozar la ardiente piel de que él acababa morder, borracho de deseo.
Guardó la liga en el último cajón de la mesilla de noche y se dispuso a acostarse a su lado. Con un arrumaco pretendió anunciarle su presencia, a lo que aquel hombre contestó con un gruñido. Ella volvió a suspirar, se dio la vuelta y se dispuso a dormir.
Estaba agotada. Había sido un día muy duro. A veces el trabajo también tiene buenos momentos, pensó, antes de cerrar los ojos.

martes, 28 de septiembre de 2010

como duele recordar... a veces...

El día despertó soleado, pero el tránsito de las horas parecía haberse llevado el buen tiempo. Las jodidas nubes parecían haberse puesto de acuerdo para dejar pasar una única lámina de luz que apuntaba directamente a su cara.  
Respiró pesadamente y avanzó dos minúsculos pasos, cada zancada hacia delante le inclinaba a pensar que era el protagonista de una auténtica pesadilla, era como si alguien le hubiera puesto sobre sus hombros el peso del mundo sin preguntarle antes siquiera.
Absorto en sus pensamientos, ninguna parte de su cuerpo se percató de las interminables horas que llevaba allí plantado, pronto la gente empezaría a mirarle raro, pero aquel hombre petrificado no percibía ya su alrededor.


Al cabo de un instante, alzó los ojos, y como casi todos los viernes de la vida que aún podía recordar, ella apareció tras la puerta del armario y dijo:

 –Corre!! Que ya vamos tarde!!

Estaba preciosa, cualquier hombre se sentiría afortunado de poder llevar a una mujer como ella colgada del brazo. El difícil embarazo de hacía dos años no había mermado su figura, era algo imposible para una mujer que desprendía aquellas tremendas dosis de energía. No fue sencillo conquistarla, y menos aún convencerla de que se casara con él, pero el tiempo le había dado la razón, aquella era su chica.

-Tranquila mujer, todavía tenemos tiempo… -opinó, mirándola de soslayo

Había pasado grandes momentos con esa mujer. Buenos, muy buenos y no tan buenos, pero el resultado global era francamente positivo. Realmente admiraba su capacidad de reponerse a los reveses de la vida, y de poner al mal tiempo buena cara. Sabía que a su lado, los días eran un poco menos grises.

Ella rió con ganas mientras decidía si ya había llegado el momento de los tacones de verano.
 –No empieces… -canturreó, pizpireta.

Advirtiendo la situación, sin hacer ruido se plantó detrás de ella y la atrajo hacia sí, le apartó el pelo de la cara, y mientras se preguntaba qué habría hecho en su vida anterior para merecer algo así, la besó como si no hubiera un mañana.

-Que esperen  -le susurró


Quedamente, se enjugó las lágrimas, apretó los dientes, y dio los pasos que restaban hasta el nicho. No supo si le fallaron las piernas o si se agachó, dijo lo que había ido a decir, dejó el ramo y se dio la vuelta.
Antes de irse volvió a mirar al cielo, definitivamente, hoy también estaría nublado.

viernes, 20 de agosto de 2010

Una de miedo

Se ayudó de una horrenda mueca para finalizar la última repetición. Le dolía hasta la última fibra de su deshecho cuerpo.

Definitivamente, esto no es para mí – pensó Ana.
-Vamos!! Con ésta serie terminamos!! Un, dos, tres, cua… -resonaba la atronadora voz del monitor de aerobic.

Haciendo un incalculable esfuerzo, hizo acopio de valor e imitando los movimientos de sus compañeras, remató la perfecta simetría entre aquellas cuatro paredes.
Justo en el momento en que estaba a punto de desfallecer, la salvó la campana.

-¡Ya está bien por hoy chicas ! ¡Buen trabajo ! –volvió a atronar la voz de la montaña de músculos.

Resopló a la vez que se doblaba sobre sus rodillas.
Estoy rendida – susurró para sí –Nota mental: no volver mínimo hasta la semana que viene.
De pronto, una cantarina voz surgió tras su espalda
-¡¡Ya te dije que te lo ibas a pasar muy bien!!
La chillona voz de la chica en cuestión correspondía a Cinthia, la cuerpo 10 del gimnasio. De tez morena y eterna sonrisa profidén, cuando no estaba beneficiándose a algún monitor era porque estaba practicando deporte.
Emmm… sí, definitivamente, ha sido mi mejor momento de toda la semana.
Durante un segundo aguardó a que ella captara el sarcasmo, pero al empezar a oír su respuesta:
-LO VES!! Pues entonces espera a probar… 
Desistió. En aquel momento su mente decidió desconectar durante todo el camino, bus incluido, hasta llegar a su maltrecho piso. Había sido una suerte conseguir aquella casa. El lugar era viejo y necesitaba una reforma, pero estaba en pleno centro de la ciudad, los vecinos no se quejaban demasiado, y tenía el dinero justo para pagar la entrada.
Tras una serie de automatismos religiosamente aprendidos durante años (quitarse la ropa, enjabonarse, aclararse, secarse, vestirse) se dirigió hacia su flamante portátil, y lo encendió.

Nunca había sido muy dada a videojuegos ni ordenadores, pero le parecía asombrosa la posibilidad de hablar en tiempo real con quien le apeteciera mediante la simple herramienta de un teclado y una pantalla. De este modo, cierto día, al llegar a casa y  ojear por encima el folleto de una conocida tienda de electrónica, decidió, tras ver una más que razonable oferta, que había llegado el momento de modernizarse.
Apenas tardaba en aparecer la pantalla de inicio, hacía poco tiempo que lo había comprado y salvo el Messenger y un par de herramientas necesarias para su trabajo, poco mas ocupaba su disco duro.

Se encaminó hacia la cocina para coger algo de comer, un poco de lechuga, pavo, tomate, y ¡qué demonios! Unas patatas fritas tampoco iban a hacerle mucho daño.
Parsimoniosamente, se acomodó en el sofá con el portátil en su regazo, y la bandeja con la cena a su lado.
Se disponía a abrir su Facebook, cuando la luz del salón parpadeó repetidas ocasiones, y sin mayor ceremonia, se apagó.
-Mierda, se  maldijo -con lo poco que me gusta comer a oscuras.
Así que se levantó y se encaminó hacia la lámpara. Cuando estaba a medio camino, un escalofriante ruido la sobresaltó. Fue un ruido seco, sin vida. Como el de algo pesado cayendo a plomo sobre el suelo. Miró en todas direcciones, pero solamente se encontró a sí misma en el oscuro reflejo de la única ventana que dominaba el salón.
-Joder – pensó – ahora encima me estoy volviendo loca, no pienso volver a esa sala de tortura- musitó para sí. –Que le den a la luz-caviló, tras un segundo, temerosa. Nunca había sido amiga de la oscuridad.-cenaré sin ella. De todas maneras me pienso acostar bastante pronto.-

Entonces, acuciada por las sombras, se dio la vuelta muy despacio. Cuando se disponía a dar el primer paso que la acercara a su confortable sofá, sintió un helado hálito en la nuca. Súbitamente, con el corazón a mil por hora, se revolvió, pero en la negrura que la envolvía no alcanzó a ver nada. En un instante, su mente se había transportado años atrás, a la desafortunada muerte de su madre, llevaba años intentando alejar aquel doloroso recuerdo de su cabeza, y de pronto, sin saber muy bien porqué, había bajado todas sus defensas. Aturdida y temblorosa, atrapó una lágrima que bajaba por su mejilla e intentó tranquilizarse. –Ana, relájate, estás muy cansada y estás imaginando cosas. Cena rápido y a la cama-
Se palpó el corazón mientras se repetía, autoconvenciéndose,  que estaba completamente sóla. Cerró los ojos, se enderezó, y se dirigió al espejo del cuarto de baño. Justo encima de la repisa, lo único que había era su barra de labios predilecta. Como buena maniática del orden, la guardó cuidadosamente en el cajón de las pinturas. –Qué raro – reflexionó –¿se me olvidaría guardarla el sábado con las prisas?.
Se observó detenidamente en el frío vidrio que la observaba. No le gustó nada lo que vio. Con un gesto ágil se cogió una rápida cola, y se echó agua en la cara, mientras resoplaba, intentando espabilarse.-Mejor así- observó.
Más tranquila, se puso en marcha hacia el sofá, intentando sacar los fantasmas de su mente. Hambrienta como estaba, engulló un trozo de pavo mientras volvía a acercar el ordenador hacia sí.
Al momento, fijó la vista en la pequeña pantalla y lo que vio la desconcertó.
No había llegado a abrir su msn, ni lo tenía configurado para que se iniciase automáticamente. Pero allí estaba esa luz naranja brillante, que le anunciaba que tenía alguna conversación pendiente. Aturdida, llevó el puntero hasta el lugar adecuado y pulsó. No había ningún nombre y en el apartado del e-mail sólo aparecía “Dirección de correo electrónico sin comprobar”. Sin embargo, no fue esto lo que más la acobardó. Allí, delante de sus ojos, sin lugar a equívocos, unas cuantas letras juntas, enunciaban un mensaje perturbador:
“Jamás deberías haber entrado en mi casa. Ahora ya no podrás salir ”


…Continuará…

lunes, 16 de agosto de 2010

Pequeña reseña sobre "In the mood for love"

“Ella era tímida, bajaba la cabeza para darle a él la oportunidad de acercarse, pero él no podía por falta de coraje. Ella da la vuelta… y se va.”

Una historia que, sencilla como pocas, se convierte en uno de los relatos de amor mas tristes jamás filmado.
Poema visual de excelente factura, presten especial atención al uso de los colores, una maravilla fotograma a fotograma.
Película totalmente descarnada que aún así, consiguen rasgar la superficie y llegar hasta lo más profundo de nuestro ser. Wong kar wai nos mete de tal manera en la piel del protagonista, que hace que nos duela la soledad casi tanto como a él.
Fantástico Tony Leung, que consiguió el premio al mejor actor en el festival de Cannes, y una partenaire (Maggie Cheung) más que correcta.
De guión liviano, el filme dice más por lo que calla que por lo que cuenta. Poderosísimos silencios, no veíamos nada igual desde la maravillosa “Los puentes de Madison” de Eastwood.
La utilización de la música es inmejorable, con apenas cinco cortes, no le hace falta más para conseguir una sensibilidad exquisita.

Como decía Sabina en aquella canción “cuantos besos me perdí por no saber decir te necesito”. Muy buena. 5 estrellas.

Al fin y al cabo, una película que tiene en su banda sonora a Nat King Cole, no puede ser mala.

sábado, 7 de agosto de 2010

...

El mar, el calor, la inconfundible luz de tan sólo un trocito de luna y la emoción de dejarnos llevar...
Entonces me miras, te miro, parece que nuestros cuerpos se entienden mejor que nosotros, y nuestra imaginación es aún más rápida...
Y en un instante, casi como sin darnos cuenta nos hundimos en la oscuridad, cuando nuestros labios luchan por dominarse el uno al otro.
Mis manos dibujan tu cintura cuando me atraes hacia tí, y entonces ya no quiero volver a cerrar los ojos.
Hasta el suave viento que trae la playa, y las leves olas que nos cubren parecen estar de nuestra parte.
La escasa ropa se va desvaneciendo, y cuando ya sólo quedamos tu y yo, de pronto somos uno sólo, ya no somos dos.